martes, 30 de agosto de 2011

Dead can Dance, Avatar


William Blake


"The road of  excess leads to the palace of wisdom"
 ("El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría")

Este es uno de los proverbios más conocidos del poeta William Blake sacado de su obra "el Matrimonio del cielo y el infierno". Fue el cantante (y brujo) Jim Morrison de la banda mítica "The Doors" quien lo hizo conocido en la cultura popular interpretándolo de una manera que definitivamente no le hace justicia. 

No está demás indicar que fueron los poetas del movimiento literario "beatnick" de los años veinte quienes rescataron al poeta inglés del pozo olvido al que había sido confinado, de ahí que su nombre suela vincularse a la corriente transgresora y subterránea que ellos representaron. 

Jim Morrison, fuertemente influenciado por los poetas "beatnicks" o, como diría Julius Evola, por los jóvenes de la "generación quemada", tomó el nombre de su banda "The Doors" de otro de los poemas de Blake: "si las puertas de la percepción se depurasen todo se vería tal cual es: infinito". 

Lo cierto es que la transgresión de la poesía blakeana está dirigida hacia un exoterismo cristiano en extremo moralista y nada tienen en común con las ideas anarquistas de estos "rebeldes sin causa".  

Volviendo al proverbio que da lugar a este post, fue el cantante Jim Morrison quien lo interpretó en un sentido meramente hedonista y literal opacando  (según mi interpretación y tomando en cuenta la sabiduría de Blake) su verdadero significado trascendente. Mi interpretación es la siguiente:

El camino del exceso que conduce al palacio de la sabiduría no consistiría en una actitud derrochadora como la que propone Morrison. Esta actitud de derroche es más bien propia de una rama desviada y transgresora del shivaismo, a saber, la que pervierte el aspecto transformador del dios Shiva y lo convierte en autodestrucción masoquista. 

Éste es el caso de los poetas "beatnicks", quienes influenciados por el “malditismo” ciego y fatalista de los poetas franceses terminaron creando la figura del "rebelde sin causa" que hasta el día de hoy continúa siendo un referente cultural para los jóvenes adolescentes. 

Por el contrario, aquella frase del exceso haría referencia a una actitud conservadora, pero no en el sentido reaccionario político "pequeño burgués" sino en un sentido metafísico representado por el dios Vishnu. Una actitud genuinamente conservadora que entiende el camino del exceso como generador de excedente. 

Ahora bien, para que este excedente se genere es necesario - haciendo uso de un símil - conservar el líquido en el recipiente hasta que logre rebalsarse y se desborde. Si no se logra conservar este líquido, o transponiéndolo al hombre hablaríamos de energía conservada, nunca podremos alcanzar el excedente necesario para poder convertirnos en seres verdaderamente generosos, es decir en seres transfigurados con la virtud de donar sin pedir nada a cambio. 

Pues nadie puede dar lo que no tiene o, mejor dicho, lo que no es, y la única manera de ser es conservando la energía (shakti) hasta hacerla rebalsar superando nuestros recipientes individuales. 

Entonces, pues, el exceso haría referencia al desborde o excedente que se genera con la actitud conservadora y el Palacio de la Sabiduría se referiría al estado de plenitud alcanzado por dicha vía.     


Otros proverbios de Blake sacados de sus "proverbios del infierno" y que expresan la misma idea de plenitud son los siguientes:     


"La cisterna contiene; la fuente rebosa"


"Un pensamiento llena la inmensidad"


"Nunca sabrás lo que es suficiente a menos que sepas lo que es más que suficiente"


"La exuberancia es belleza"


"!Suficiente! o Demasiado"


   

lunes, 22 de agosto de 2011

Stalker

Escena final de la película Stalker de Andrei Tarkovsky. En ella se muestran los poderes psíquicos de la hija del protagonista quien también relata un poema que pertenece al padre del cineasta, Arseni Tarkovsky. 

domingo, 21 de agosto de 2011

Edward Artemiev

Edward Artemiev es uno de los músicos electrónicos más destacados de toda Rusia y compositor de las bandas sonoras de tres películas del cineasta Andrei Tarkovsky: El sacrificio, Solaris y Stalker. Esta es la banda sonora de la película Stalker.

domingo, 7 de agosto de 2011

Del Turkana al Cáucaso

El escritor tradicionalista Joaquin Albaicin aprovecha esta reseña para criticar lucidamente y con fina ironía la "hipótesis" moderna del evolucionismo darwiniano. Nótese que digo hipótesis y no hecho comprobado, pues eso es lo que es: una hipótesis cientificista que es tomada por la masa - incluyendo curriculums escolares - como una verdad absoluta y que a su vez es defendida con el mismo celo con el que los fanáticos religiosos defienden sus delirantes interpretaciones. 

Claro, las pruebas científicas que refutan esta teoría "transformista" no reciben la misma acogida que en cambio sí reciben las SUPUESTAS pruebas que la confirmarían, pero ahí están para los interesados que deseen indagar sobre el tema.      
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DEL TURKANA AL CÁUCASO
Jordi Agusti y David Lorkipanidze - National Geographic
Paleoantropología… La historia de siempre: fósiles de “homínidos” de hace dos millones de años son exhumados a golpe de pincel. Entre ellos, llama la atención una mandíbula un día perteneciente a un anciano. A partir de este y otros datos fragmentarios y con ayuda de puentes lógicos de dudosa estabilidad, se procede a “reconstruir” una migración acontecida en el érase que se era, iniciada en las cercanías del lago Turkana, en Kenya, y que habría conducido hasta los valles del Cáucaso a los supuestos ancestros de todos los europeos.

Los libros sobre “homínidos” están muy bien… siempre que se lean como lo que realmente son: obras de ficción. No nos equivoquemos. Empezando por la propia teoría de la evolución, todas las premisas y lugares comunes a partir de las cuales trabajan y construyen su discurso los paleoantropólogos no son sino eso: puras teorías. Huelga decir que los profesionales del gremio –y, a su lado, los medios de comunicación- las esgrimen como si de certezas, por no decir dogmas, se tratara. Es una pena que los paleoantropólogos no se molesten en estudiar la doctrina hindú de los ciclos cósmicos, por cuanto esta les aclararía en corto y por derecho que los osarios de “homínidos” para quienes nos han construido genealogías, preferencias gastronómicas y entornos absolutamente imaginarios son, en el mejor de los casos, restos –restísimos- de ciclos –y, por tanto- “humanidades” anteriores, cuya conexión con la nuestra no hay razones para sobreentender. Sólo con muy buena voluntad y encomiable magín puede uno, en efecto, osar hablar de coetaneidad de “especies” o distinción clara de capas geológicas a partir de una esquirla de cráneo aquí, un hueso presuntamente pulido algo más allá, un fósil de guisante tres kilómetros al sur… todo ello, revuelto en un amasijo de tierra apisonada por varios cataclismos.

Nunca han sido hallados los despojos de ese hipotético “antepasado” común a hombres y simios, ni tampoco los de ninguna supuesta especie transicional que hayan podido justificarse como los de otra cosa que un simio. Y esto, vale para todo el reino animal. A veces, a partir de un diente aislado, se ha proclamado el descubrimiento de una “nueva especie” de “homínido”. Los paleoantropólogos han procedido entonces a detallarnos su habitat, costumbres cotidianas… su día a día, en fin, en preciosos dibujos insertados en los libros de texto. A menudo, el fraude ha sido descubierto. ¿Hace falta decir que la competencia y criterio “científicos” empleados para las citadas “reconstrucciones históricas” eran exactamente los mismos que en el caso de las “reconstrucciones” todavía no descubiertas como fraudulentas?

En un artículo publicado hace más de cincuenta años, en el que narraba su visita a un poblado ibero en la Costa Brava, dejo ya traslucir la ironía de Luis Escobar de qué pie cojea la paleoantropología: “De pronto, entre la tierra endurecida, la azada tropieza con algo más duro aún. Emoción. No es más que una piedra afilada. Pero el doctor Pericot la examina perplejo. ´Esto pertenece a otra época completamente distinta´, nos dice. Debemos hallarnos en la casa de un ibero interesado en la prehistoria”. Por jocoso que parezca, no muy diferentes son los argumentos sobre los que “sustenta” sus tesis la mayor parte de los paleoantropólogos. El libro, queremos subrayarlo, es ameno e interesante. Pero siempre que, como todos los del género, y esto queremos subrayarlo aún más, se lea como una obra de ficción, de fantasía.