domingo, 23 de septiembre de 2012

Bosque de Huayllay y Wachuma

Hace unas semanas realicé un viaje al bosque de piedras de Huayllay ubicado en el departamento de Cerro de Pasco en las alturas de la sierra peruana (4,500 msnm). Nos internamos con un grupo de amigos brasileros por siete días a tomar la planta sagrada del Wachuma, mejor conocida por su nombre español San Pedro (el apóstol que posee las llaves del Reino de los Cielos), el Abuelito. Todo esto, por supuesto, en compañía de un guía y conocedor profundo de este cactus sagrado el cual fue muy venerado por las culturas pre-incas, en particular la cultura Moche y Chimú como lo demuestran sus iconografías.

Anteriormente ya había bebido el Wachuma pero nunca de la manera como lo hice en este viaje. Agustín Guzmán, el guía-chamán (aunque por su profunda sencillez se encontraba muy alejado de la clásica figura del chamán contemporáneo pretencioso y atiborrado de elementos supersticiosos), ha elaborado – por propia experiencia y, según sus palabras, indicado por el espíritu del mismo Wachuma – una forma ritual de tomar esta bebida sagrada combinado con el efecto curativo de las aguas termales. Agustín dice que el Wachuma trabaja mejor en el cuerpo físico de la persona cuando éste se encuentra en temperatura caliente, aparte de ser las aguas termales ya de por sí curativas por la cantidad de minerales que contiene. Estas aguas emergen a muy altas temperaturas de las capas subterráneas de la tierra y son muy usadas por los hombres y mujeres de los Andes para diversos tratamientos. 

Luego de cada toma nos sumergíamos en las piscinas termales, en donde podíamos quedarnos entre dos y tres horas sin ningún problema, y de ahí realizábamos caminatas por entre el gigantesco bosque de piedras (6, 000 ha). Imposible describir en palabras la infinita sensación de pureza que ello generaba. La combinación del wachuma con las poderosas aguas termales, teniendo en cuenta que el efecto de la medicina dura aproximadamente unas 12 horas, me produjo particularmente un estado de "enstasis" (palabra acuñada por Mircea Eliade y que describe mejor mi experiencia que la palabra "éxtasis") como pocas veces lo había experimentado. Era un recogimiento y una introspección profunda que aproveché al máximo para aclarar la mente siempre confusa y contaminada de tanta profanidad artificiosa y urbana.  

Este bosque de piedras es aún poco conocido y se dice que entre sus formaciones rocosas, las que son de origen volcánico, se encuentran más de 10,000 figuras distintas. El lugar es realmente mágico e inhóspito, uno se siente literalmente en otro planeta. Según Agustín este bosque ha sido siempre el santuario de dios Wiracocha, el principio supremo de la tradición amerindia Tawantinsuyana. Aquí algunas fotitos.





























miércoles, 19 de septiembre de 2012

El Urizen de William Blake



1

¡Mirad, una sombra de horror se ha alzado
En la Eternidad! Desconocida, estéril,
Ensimismada, repulsiva: ¿qué Demonio
Ha creado este vacío abominable,
Que estremece las almas? Algunos respondieron:
"Es Urizén". Pero desconocido, abstraído,
Meditando en secreto, el poder oscuro se ocultaba.

2

Los tiempos dividió en tiempo y midió
Espacio por espacio en sus cerradas tinieblas,
Invisible, desconocido: las mutaciones surgieron
Como montañas desoladas, furiosamente destruidas
Por los vientos oscuros de las perturbaciones.

3

Porque luchó en batallas funestas
En conflictos invisibles con formas
Nacidas en su yermo desolado:
Bestia, ave, pez, serpiente y elemento,
Combustión, ráfaga, vapor y nube.

4

Sombrío, daba vueltas en silenciosa actividad,
Invisible, en medio de pasiones que atormentan;
Una actividad desconocida y horrible,
Una sombra que se contempla a sí misma
Entregada a una labor enorme.

5

Pero los Eternos contemplaron sus bosques inmensos.
Edades tras edades él yació, misterioso, desconocido,
Meditando, prisionero del abismo; todos eluden
El caos petrífico y abominable.

6

Urizén, el sombrío, preparó en silencio
Sus fríos horrores; sus legiones de truenos
Dispuestas en tenebrosas formaciones, se despliegan a través
Del mundo lógrebo, y el rumor de ruedas,
Como agitado mar, se oye en sus nubes,
En sus colinas de nieves guardadas, en sus montañas
De hielo y granito: voces de terror
Resuenan como truenos de otoño
Cuando la nube se inflama sobre la cosecha.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Azulejos Árabes

"Un arte sacro no consiste necesariamente en imágenes, aún en el más amplio sentido del término; puede no ser más, por así decirlo, que la exteriorización silenciosa de un estado contemplativo, y en este caso - o en este respecto - no refleja ideas, sino que transforma cualitativamente cuanto le rodea, haciéndolo participar de un equilibrio cuyo centro de gravedad es lo invisible. Su objeto es, sobre todo, el entorno del hombre - de aquí el lugar destacado de la arquitectura -, y su cualidad es esencialmente contemplativa. El aniconismo no desvirtúa esta cualidad; muy al contrario, pues al proscribir toda imagen que invite al hombre a fijar su atención en algo exterior así y a proyectar su alma hacia una forma "individualizadora", crea un vacío.

La proliferación en el arte musulmán de la decoración no contradice esta cualidad de vacío contemplativo; al contrario, la ornamentación con formas abstractas la realza mediante su ritmo ininterrumpido y su entrelazamiento incesante. En lugar de aprisionar la mente y conducirla a algún mundo imaginario, disuelve las "fijaciones" mentales, al igual que la contemplación de un curso de agua que fluye, de una llama o de unas hojas que el viento agita puede liberar a la conciencia de sus "ídolos" interiores.

El entrelazado árabe tiene una complejidad geométrica y una cualidad rítmica bastante escasos en su equivalente romano. Este último viene a representar una cuerda anudada, que es lo que atrae la atención; en el entrelazado árabe, por otro lado, los espacios ocupados y las zonas vacías, el dibujo de fondo, tienen un valor estrictamente equivalente y se equilibran mutuamente, al igual que las líneas siempre acaban volviendo sobre sí mismas, para que la atención jamás se detenga en un elemento específico del "decor". La continuación del entrelazado invita a la vista a seguirlo, y así la visión se transforma en experiencia rítmica, acompañada de la satisfacción intelectual que proporciona la regularidad geométrica del conjunto.

Las formas del entrelazados islámico suelen derivarse de una o varias regularidades inscritas en un círculo y luego desarrolladas según los principios del polígono estrellado, lo que significa que las proporciones inherentes a la figura fundamental se reflejan en cada etapa de su desarrollo.

Los mosaicos, con sus iridiscentes superficies fragmentadas, de cierta transparencia, confieren un algo de incorpóreo e impreciso a los muros que revisten; los azulejos cerámicos, por su parte, tan característicos del arte islámico en los siglos posteriores, precisan las superficies al tiempo que las hacen luminosas."

Titus Burckhardt









 

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Cristóbal Colón o el "portador de Moloc"


"La nefasta invasión y colonización del continente Abya Yala (las Américas) empieza con la llegada del “portador de Moloc”, es decir de Cristóbal Colon, y sus tres carabelas. Es de notar que estas carabelas portaban originariamente nombres de conocidas prostitutas del Puerto de Palos: “La Virgenzuela” o “La Niña” (alusión a su fingida virginidad); “La Pintarrajeada” o “La Pinta” (debido al porte de un espeso maquillaje) y “La Puta María” (llamada posteriormente “La Santa María”). El nombre “Cristóbal Colon” significa literalmente “Portador de Moloc”: “Cristóbal” significa “portador” y los estudios patronímicos del apellido de “Colon” concuerdan de que este era “Colom” y no “Colon” (con “m” y no con “n”). La lectura de derecha a izquierda de dicho apellido, por tratarse de un apellido de origen judío, es “moloc”: aspecto terrible de los mundos infernales."

Intisonqo Waman